¡Buen viaje, papá!

Dedicado a quien me enseñó buena parte de ser quien soy.
Y también me enseñó a montar en bici.

Ha llegado la hora de despedirnos definitivamente, aunque hace tanto que partiste en este último viaje que apenas el paso que acabas de dar se ha dejado sentir. Una vez más has conseguido mantener la discreción, la compostura y la dignidad, valores que te han caracterizado siempre junto con la honradez, el carácter luchador y la valentía. Hasta el final, de forma apenas consciente y sin palabras, has pretendido cumplir con quienes se acercaban a acompañarte, con un amago de sonrisa, apretando sus manos, o sólo con la mirada. Todos saben que agradeces el cariño recibido, y nosotros reiteramos aquí tu agradecimiento. Puedes descansar en paz.

En este momento dejamos de verte consumido por la cruel enfermedad, y vuelves a ser, para siempre, el mejor Julio que hemos conocido cada uno de nosotros. Para tus hijos vuelves a ser quien nos sentaba en sus rodillas para ver los Picapiedras después de volver del trabajo, quien nos acompañaba con frío o calor a los partidos, nos arrancaba los dientes de leche con tirón decidido y certero, que es como menos duele, nos enseñaba a montar en bici o a nadar, nos daba clases de inglés, y nos llevaba al campo y a la playa. Quien esperaba de nosotros lo mejor y se sentía orgulloso de nuestros logros. Tus nietos te recuerdan juguetón, y se sienten reconfortados por tu mirada amorosa, tu admiración complacida. Para tus amigos vuelves a los paseos y las tertulias tomando un café, y de nuevo saben que pueden contar contigo para que les eches esa mano atenta que en algún momento difícil necesitan. Eres el compañero de trabajo que sabe sacar lo mejor de cada uno dando ejemplo de dedicación y convicción. Te reencuentras con tus familiares alrededor de la mesa. Eres el hermano pequeño, el primo, el amigo a quien se quiere con devoción, tal vez sin saber muy bien por qué, pero sin asomo de duda.

Para la mujer de tu vida apareces de nuevo en Teruel, desde la fascinante Barcelona, para comprometerte con ella y no apartarte jamás de su lado. Es ella quien se ha entregado más a fondo a la grave tarea de aliviarte. Es a ella a quien en este momento debemos aliviar entre todos, para que pueda aprender a echarte de menos felizmente.

Te dejamos con una de tus músicas favoritas, que a menudo sonaba en nuestros viajes familiares, para que te acompañe en este, y te transporte a tus Minas de Libros natal bajo un profundo cielo estrellado, al Teruel de tu juventud y de los periódicos reencuentros, a los pinares y callejuelas del Albarracín amado, a la Barcelona de tu independencia y progreso vital, a la Zaragoza de tu madurez y descanso, al vivificante Pirineo, a las plácidas tardes en Peñíscola... a los campos verdes besados por el sol y más allá de las blancas nubes y el cielo azul.


Recuerdos de un buen viaje